En muchas empresas, los vehículos corporativos se han convertido en herramientas esenciales para la operación diaria. Sin embargo, un aspecto que suele pasarse por alto es la formación adecuada de los conductores respecto a las coberturas y responsabilidades que implica el manejo de un automóvil asegurado a nombre de la compañía.
La Responsabilidad Civil (RC) en las pólizas del Instituto Nacional de Seguros (INS) protege al asegurado frente a los daños personales o materiales ocasionados a terceros en un accidente de tránsito. Esta cobertura es fundamental para resguardar tanto al conductor como a la empresa, pero su efectividad depende en gran medida de que quienes conducen los vehículos conozcan sus alcances, limitaciones y procedimientos en caso de siniestro.
Por ello, resulta clave que el asesor de seguros de la organización brinde charlas periódicas de capacitación a todos los choferes de la flotilla. Estas sesiones permiten aclarar dudas y garantizar que el personal actúe correctamente ante cualquier eventualidad.
Entre los temas que deben abordarse, destaca el procedimiento en caso de accidente: cómo reportar el hecho al INS, qué datos recabar, cuándo llamar a las autoridades y cómo proteger la escena para evitar complicaciones legales o pérdidas adicionales. Asimismo, es esencial instruir sobre qué hacer en caso de que existan personas heridas, enfatizando la obligación de brindar auxilio inmediato, solicitar asistencia médica y evitar desplazamientos innecesarios de los lesionados.
Otro aspecto fundamental es que los conductores comprendan su responsabilidad personal al manejar un vehículo de la empresa. Aunque la póliza cubra los daños a terceros, el uso indebido o negligente puede generar consecuencias legales individuales, además de sanciones internas.
La afectación reputacional y financiera para la empresa también debe ser parte de la conversación. En un entorno donde las redes sociales amplifican cualquier incidente, un accidente mal gestionado puede transformarse en un problema mediático que comprometa la imagen institucional y la confianza de los clientes.
Finalmente, la responsabilidad debe asumirse como un valor central. Conducir un vehículo corporativo implica representar a la organización en todo momento; cada acción refleja su cultura de seguridad y su compromiso con la comunidad.
Promover la educación en seguros no es un trámite más: es una inversión en prevención, transparencia y cuidado del patrimonio empresarial. Capacitar a los choferes sobre la cobertura y la conducta responsable al volante reduce riesgos, mejora la reacción ante emergencias y fortalece la protección integral de la empresa y de las personas.
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